sábado, 9 de mayo de 2009

CARTA PARA JULIA





En esta mañana mientras miraba tus cartas y la fotografía que me entregaste cuando partí, he entendido el significado de amor, tiempo y distancia.
Tu recuerdo estuvo perdido con las esquelas durante muchos años, y hoy mientras camino hacia el ocaso de mi vida, afortunado soy al haberlas encontrado en el fondo de la cajita de madera que me regalaste la noche en la que atrapábamos luciérnagas para hacer una lámpara.

En este entreluces de colores sepias y de nostalgias que comienzan a perderse en las calles y en los techos de mi barrio, también he recordado la tarde en la que siendo muy chicos, intentábamos contar las mariposas que trazaban círculos sobre la superficie del estanque al que íbamos a ver zarpar barquitos de papel.

Mientras te escribo, siento que he comenzado a desvanecerme en medio de los colores cobrizos que ingresan por mi ventana, pero antes de que llegue el final, quiero confesarte que tengo la hoja de cuaderno que nunca te di. Todavía se puede ver el corazón que dibujé, y en su interior, tu nombre y el mío escritos con un lápiz de color rojo.

Todo tiene su final, nada dura para siempre. El señor tiempo ha pasado sin darme cuenta, y mientras caminaba con su prisa hacia el sol que se dibuja sobre un horizonte que no volveré a ver, he podido terminar la que quizás sea mi primera y última carta para ti.

Es lindo y es triste, pero las luciérnagas que aún guardo en la cajita de madera, han comenzado a pintar de luz el pedacito de noche que aún me queda. Mañana no estaré al atardecer.

Pablo


Posdata 1: Aunque el amor entre los dos se llenó de besos ausentes, adjunto a ésta, encontraras dos fotografías, y la hoja del cuaderno que nunca te entregué.

Posdata 2: Si todavía me amas, te estaré esperando al final del arco iris.


Luis Carlos Bonilla Sandoval – Mayo 9/2009

Fotografia: Luis Carlos Bonilla Sandoval

lunes, 4 de mayo de 2009

THE BLOGGER.COM




















adie me lo dijo antes, pero creo que estoy enloqueciendo.
Mis noches se están disfrazando de amaneceres, y hasta podría decir que los objetos inanimados que adornan los estantes y las paredes del lugar que me sirve de vivienda, han comenzado a tener un papel importante en mi vida: hablan de lo que me conmueve, piensan en lo que me irrita, y censuran lo que me inhibe.

Durante muchas noches con sus alboradas, y parte del poco tiempo que empleo para dormir, he estado buscando en internet un día sin nombre, un día que apenas se esté construyendo para sentarme durante sus horas a escribir sin afanes, y si lo encuentro, espero dejar de una vez y para siempre las angustias que vivo durante las horas que paso frente a la pantalla del computador tratando de reinventar historias en las que me he estado introduciendo como uno de sus personajes para presionar los desenlaces.

En la búsqueda incesante de lo que quizás no existe, mi fisonomía ha cambiado tanto como mi peso corporal, y esto sumado a la pérdida de la autoestima que llega cuando no se alcanzan o se pierden los objetivos, ya se ven reflejados en mi comportamiento.
Soy un apostata que no acepta el axioma absurdo que asegura que las sombras se alimentan de las imágenes y de nuestros temores para hacernos ver lo que queremos ver.

Un nuevo amanecer está encima, y aunque tengo acumulado cansancios y frustraciones de otras noches, no quiero dejar el final de este cuento en el aire, debo seguir digitándolo, y buscar en el cielo raso, en el piso, en los pliegues de las cortinas, o en cualquier objeto que me rodee, el final para una historia en la que he tratado de estar al margen.

Si no me estuviera sucediendo lo que a continuación les voy a describir, no lo creería, pero el tiempo se ha detenido. Los objetos que adornan mi habitación, ahora hablan en lenguas desconocidas, el monitor del computador ha enloquecido, hay un conejo blanco que me llama desde el fondo de un espejo, también ha aparecido un gato que sonríe, escucho a una reina obesa que lleva puesto un vestido elaborado con naipes dando órdenes, sobre mi biblioteca veo un sombrero loco que insiste en decidir por mí, el frío se ha convertido en una mujer, y detrás de mi…estoy yo.

Y si todo lo aquí escrito parece absurdo, desde el manicomio en donde me encuentro, puedo dar testimonio juramentado a quien le pueda interesar.




Luis Carlos Bonilla Sandoval – Mayo 4/2009

     DIATRIBA FRENTE AL ESPEJO®   Como sabía que en el Taller de Literatura de la universidad, el profesor me iba a preguntar el signi...