miércoles, 2 de septiembre de 2009

YA SONRÍO COMO ANTES, HE CAMBIADO DE PENSAR













Después de muchos intentos aprendí a escribir tu nombre sobre jirones de viento. Esto significa que te olvidé. En mi corazón ahora vive una secreta mujer que trajo consigo el aroma de los campos de fresas para siempre, y que es feliz cuando pongo en mi gorra el botón metálico en el que se encuentra dibujada una paloma blanca sobre el mástil de una guitarra silenciosa, la que para mi gusto, y el disgusto de los iconoclastas, imagino ha de ser la Fender Stratocaster de Jimmy Hendrix.

Podría decirte que la canción“Woman” de John Lennon hizo su parte, pero sé que no lo entenderás así, y que vas a manifestar que esto es absurdo porque la canción es un himno a la reconciliación por aquello de que en alguna parte dice “Mujer, por favor déjame explicar. Nunca quise causarte pena o dolor…”
¿Qué pensarás si te digo que John disfrutó mucho con May Pang antes de explicarle a Yoko en “Double fantasy”, que quería convertirse en un gorrión enjaulado?

No me voy a preguntar quien seré sin tus palabras rebuscadas, tampoco te voy a regalar mi camisa azul para que duermas con ella, y cuando me acueste después de ver en la tele el show de Bugs Bunny, no voy a pensar si hay trigo maduro en tu pelo. Ya no soy el molino de tu amor.

Hoy mientras caminaba sin prisa por las callecitas angostas de mi barrio, tuve tiempo para contar sus adoquines y las cometas sin vida que giran enredadas entre los cables de la energía desde el último verano, descubriendo mientras lo hacía, que sigo con mi madurez intacta.

He dejado los clásicos de la literatura universal para retomar los comics, toco timbres y salgo corriendo, tiro piedras, rompo vidrios y tejas, pateo botes de basura, pego goma de mascar en las sillas de los teatros y en los asientos de los buses, escribo grafitis en las paredes, y disfruto mucho más haciéndolo en las puertas de los baños, no lustro mis zapatos, no uso el reloj de Mickey Mouse que me regalaste el día que publiqué mi libro del cual no vendí ningún ejemplar, he recuperado los blujeans que mi padre perdió jugando al póker en la casa donde nace el sol, como manzanas verdes y las huelo para que mi sentido del olfato viva nuevas sensaciones, y cuando lo hago, no me pregunto como antes si te habrás colocado perfume en medio de los senos, o si gotitas de sudor con sabor a mí, se estarán deslizando sin prisa a través de las copas de tu brasier talla 36 antes de llegar al fondo de tu ombligo, y al borde de tus bragas.


PD: devolví mi celular, y cancelé mi cuenta de Hotmail. Peter Pan me dijo que estos privilegios de la vida moderna, no se necesitan en Neverland.


Luis Carlos Bonilla Sandoval

Imágenes: Google

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