Las esquinas huelen a películas contadas por barras de muchachos
y a cigarrillos perseguidos por el policía de siempre.
A primer amor huelen sus zaguanes, a despedidas eternas sus quicios.
El teatro de mi barrio huele a cinéfilo solitario, a cinta recortada,
a cigarrillo sus cortinas y a detergente sus baños.
A novios huelen sus rincones y a portero con linterna, la platea y galería.
El estadio huele a clásico, a gol anulado sus calles,
a rata muerta envuelta en periódicos del lunes huelen sus jueves,
los viernes a aguardiente salsa y guaracha,
y cuando llega el sábado y se apagan las luces, mi barrio huele a mujer, ganas y besos.
La avenida huele a marica sempiterno, al olor del que busca y al temor del que es buscado,
sus bares huelen a canciones del Jefe Daniel, de Cortijo y Charlie Figueroa,
el billar huele a Laserie y a boleros de Ledesma.
En mi barrio Gardel no ha muerto. Todavía huele a gomina.
En mi barrio los Long play huelen a historias reinventadas en muchas amanecidas,
huele a radiola triunfante, a sudores perfumados,
y a los besos clandestinos de la mujer del vecino.
Luis Carlos Bonilla Sandoval
Fotos: Luis Carlos Bonilla Sandoval
2 comentarios:
PRECIOSO. Lo he podido oler desde aquí, me ha impresionado esta entrada, de verdad. Auténtica.
Sabe qué?
Me hubiera gustado vivir en un barrio así, que lindo!!!!
Debe ser porque el mío era muy tranquilo y conservador para mi gusto, pero no obstante tengo preciosos recuerdos de la infancia .
Hoy sí que las saudades se han instalado en mí , je!
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