CARTA PARA JULIA
Amada Julia:
Esta mañana mientras inmortalizaba el ayer en tus cartas, y miraba la foto de carné que me regalaste cuando partí, he entendido el significado de amor, tiempo y distancia, sentimientos que estuvieron guardados con tus recuerdos en la cajita de madera que me entregaste para mi cumpleaños, y hoy mientras camino hacia el ocaso inevitable de mi vida, afortunado soy al haberme encontrado con tu recuerdo, porque también he podido evocar la noche en la que atrapamos algunas luciérnagas para hacer un farol.
En este entreluces de colores sepias y de nostalgias que comienzan a perderse, también he revivido la tarde en la que siendo muy chicos, intentamos contar las mariposas que trazaban círculos sobre la superficie del estanque al que íbamos para ver zarpar barquitos de papel.
Mientras te escribo, siento que he comenzado a desvanecerme en medio de los matices cobrizos que ingresan por mi ventana, pero antes de que esto me suceda, quiero confesarte que tengo conmigo la hoja de cuaderno que nunca te di, todavía se puede ver en ella, el corazón que dibujé, y en su interior nuestros nombres escritos con un lápiz de color rojo.
El señor tiempo pasó sin darme cuenta, y mientras se dirigía hacia el sol que se dibuja sobre un horizonte que no volveré a ver, pude terminar la que quizás sea mi primera y última carta para ti.
Es lindo y es triste, pero las luciérnagas que aún guardo en el interior del farol, han comenzado a pintar de luz el pedacito de noche que aún me queda, pues mañana no estaré para ver un nuevo atardecer.
Tuyo siempre,
Pablo
Posdata 1: Aunque el amor entre los dos se llenó de besos ausentes, adjunto a ésta, encontraras tu fotografía, y la hoja del cuaderno que nunca te entregué.
Posdata 2: Si todavía me amas, te estaré esperando al final del arco iris.
Luis Carlos Bonilla Sandoval – mayo 9/2009
Fotografías: LCBS - Toscana (Italia)