lunes, 26 de enero de 2009

Mi cadàver exquisito











Parado frente a mi cadáver descubrí que para suavizar el rictus de la muerte, y la rigidez post- morten que se había aposentado sobre mi cuerpo, sólo tenía que mover la boca, cerrar los ojos, aflojar los músculos, estirar mis brazos y piernas, y así, mi cadáver cambiaría.
Lo que no tenía claro, era que iba a hacer para eliminar el olor a cadaverina que flotaba en el ambiente, y que amenazaba con ahuyentar del velorio a mis deudos y a mis amigos.

Luis Carlos Bonilla Sandoval - 2007

Fotografia: Luis Carlos Bonilla Sandoval

jueves, 22 de enero de 2009

CUERPO PRESENTE

Han pasado más de diez y ocho horas desde que fue hecho prisionero, y ya sabe que cuando muera, su alma traspasará los límites del mundo en el que los pájaros son buitres gigantescos que se devoran a los hombres. También tiene muy claro que antes de que esto suceda, devolverá a Hermes la espada que le confió para que decapitara a la nueva Medusa.


Con la mirada fija sobre una de las paredes del cuarto en el que se encuentra aislado, pero con su espíritu vagando por los Andes, ha comenzado a revisar mentalmente todos los instantes de su vida, incluyendo el que le precedió a su captura. Reconoce que se ha equivocado en la estrategia empleada con sus hombres en la quebrada, pero no en la cimentación de los ideales sobre los que construyó su vida mucho antes de haber iniciado su viaje por la América de todos, y mucho antes de que otros lugares clamaran su presencia.


En esta mañana la muerte lo ha estado aguardando agazapada en un rincón, pero su llegada inevitable, sólo es un referente, una fecha que comenzará a tener vigencia después de que sus captores se hayan jugado la imagen de sus últimos momentos, el tiempo que ha mantenido encerrado en su reloj de pulso, así como las pocas pertenencias que le confiscaron cuando fue aprehendido.


En esta tarde a pesar de su estado lamentable y de la soledad que todo lo invade, su cuerpo está teñido con todos los colores del mundo: verde está la camisa y negro perforado el pantalón, su piel curtida por el sol de muchos lugares, es de todos y no es de nadie, sus venas son azules, su sangre es rojo sangre, sus ojos brillan como relámpagos en lontananza, es noche y es día, es arriba y es abajo, es negro y es blanco, sus manos son un arco iris, y la bandera de su barba y de sus cabellos desordenados, ya tiene el ondear de los estandartes que los semidioses llevan en las batallas.


¿Pero acaso estaba vivo todavía?

Se encontraba en un mundo transitorio en el que su mente se había separado de su cuerpo para viajar a lugares desconocidos en los que sus ideales vivían más allá del tiempo y de sus asesinos. Desde su bilocación extra corporal se ha enterado de que sus manos pasarán por muchas manos clandestinas antes de encontrarse con sus huesos en un lugar cerca al mar de un país que lo acogerá como un hijo.


En esta noche de agonía ha querido tocarse, estirar sus manos y dejarlas resbalar desde sus ojos hasta los pies, pero sabe que su cuerpo no aguantará un nuevo reconocimiento, aunque haya preparado sus músculos y sus huesos para llegar hasta los límites en donde el dolor se convierte en imaginación. Sabe que tendrá una existencia más allá del asma que lo agobia, de la muerte con la que nacen los hombres, de la carne putrefacta y de los huesos descarnados, y que las huellas y las palabras dejadas en la tierra de los hombres durante sus treinta y nueve años de existencia, le ayudarán a alcanzar la inmortalidad después de que haya muerto con el orgullo y la altanería de los guerreros.


Domingo13:10

Lleva pocas horas de haber muerto, pero le han dicho al mundo que son muchas, que apesta, que fue derrotado por la selva antes de comenzar la contienda. Pero ellos, los verdugos, saben que no está muerto porque sonríe mientras todo lo mira, que jamás desaparecerá aunque haya sido asesinado, porque su muerte física sólo permanecerá en la faz de la tierra durante el tiempo que vivan para contársela con mentiras detalladas a la historia. Lo han sentido mientras le disparaban cobardemente a las piernas y al pecho, luego mientras le cortaban las manos sintieron que Ramón vivirá eternamente como el Hombre Nuevo en muchos corazones y en ninguno, que se convertirá en ícono, y que antes de bajar a la tierra, en la Higuera comenzarán a llamarlo santo.


Luis Carlos Bonilla Sandoval (Medellín/Enero 22 de 2009)

sábado, 17 de enero de 2009

EL VIEJO QUE LLEGÒ DEL MAR


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La primera vez que supe de su existencia, me encontraba como era mi costumbre, caminando por los acantilados en las playas del Rodadero, y recuerdo que ese día lo vi flotando a la deriva cubierto de algas y caca de pelícano, lo que me llevó en un principio a confundirlo con el tronco de un árbol viejo.


En esta mañana, desde el lugar en el que me encuentro tratando de no perder ninguno de sus movimientos, me doy cuenta de que después de haber estado bronceándose por horas sentado sobre una silla de lona, se ha adentrado en el mar, pero que sólo lo ha hecho hasta el lugar en donde las olas lo golpean suavemente, y que cubriéndole los ojos, lleva los espejuelos ahumados que me intimidan.


No se ha quitado en ningún momento los calcetines azules que utiliza como zapatos, y además trata de cubrir los caracoles arracimados que penden de sus verijas, con unos calzoncillos ensopados que me han permitido apreciar su exagerada delgadez de almendro seco, y la extraña protuberancia muy brillante por cierto, que pareciera estar emergiendo al lado derecho de su estómago arrugado.


Permanece inmóvil con el agua un poco más abajo de las rodillas, quieto y torcido su ojo izquierdo, quizás insomne el derecho, entreabierta su boca, descolgada la mandíbula, y por supuesto, vuelvo y lo repito, con esos desproporcionados espejuelos oscuros que le permiten mirar a todos lados sin ser visto. Su figura y sus barbas verdosas, me han llevado a pensar que quizás el hombre sea la encarnación moderna del “Monstruo de la laguna negra”, ese tritón aceitunado que vi alguna vez en una película, y que me desveló durante muchas noches cuando era chico.


He sentido ganas de tocarlo mientras se acomoda las antiparras para ver si es real, para decirle que conozco sus secretos, y que no lo perderé de vista cada vez que entre en el mar, pero me he contenido, pues como si tuviera la posibilidad de leer mis pensamientos, me ha mostrado dos hileras de dientes irregulares y filosos que han hecho que desista en mi empeño.


No lograba establecer la fecha de su llegada, pero la relacionaba con las medusas que aparecían muertas a lo largo de la playa, y este fenómeno parecía guardar alguna conexión, pues el día que lo vi a la deriva, además de tener adheridas a su cuerpo plantas marinas y costras de guano, también tenía pegada a su vientre una colonia considerable de pólipos y medusas conocida con el nombre de Carabela Portuguesa, la misma variedad que los ingenieros de Invemar recogían desconcertados cada mañana, y de ser ciertas mis sospechas, estaba obligado a informar a las autoridades locales para que tomaran las medidas respectivas antes de que se extendiera por toda la zona una pandemia ocasionada por la podredumbre de las medusas muertas, y por las que en medio de estertores gelatinosos morían cada vez que el viejo abandonaba las aguas del mar para tomar baños de sol.


El tiempo pasó, y con los últimos coletazos del Katrina, y los olores pegajosos que se desprendían de la manteca rancia de los refritos de mojarra y aceite de coco, la pestilencia desapareció. Consideré que todo volvía a la normalidad, tanto que el viejo dejó de ser visto como una abominación para convertirse en parte del paisaje, y en modelo para los artistas de temporada que dejaron de lado la elaboración de figuras mitológicas y castillos con arena comprimida, para dedicarse de tiempo completo a moldear la figura del anciano.


Un día cualquiera mientras me encontraba en la capital supe que algunos artesanos habían hecho prisionero al viejo una noche mientras caminaba por la orilla del mar con su carga de crustáceos y moluscos adheridos a la piel, y que después lo habían acostado en la playa para luego cubrirlo con una mezcla de arena y cieno, amasijo con el que moldearon su figura de tamaño natural sin que les importara los pataleos y los chillidos de gaviota que salieron de su garganta.


Nunca más volví a saber nada de él, pero para tranquilizarme y dejar de lado el horror que me inspiraba el recuerdo de su imagen, me hice a la idea de que había muerto asfixiado.

Llegó el mes de diciembre, y como todos los años viajé hasta la bahía con la intención de descansar, y por supuesto conocer un poco más del final triste que supuse, había tenido el viejo de las gafas ahumadas.

Cierta mañana, durante una de mis caminatas, escuché a un grupo de pescadores que decían que el mar estaba bajando de nivel, y que mientras recogían sus aparejos a dos horas de camino del tercer espolón, se habían topado con un niño que se encontraba sentado en la orilla del mar sacando agua con un caracol, y que luego vaciaba su contenido en un orificio hecho con uno de sus dedos en la arena.


Como recordaba la historia que me había contado mi madre hacía muchos años acerca de un niño mítico que se encontraba en una playa haciendo lo mismo, y que según la leyenda le había dicho a un hombre con fama de incrédulo que acertó pasar por su lado, “que era más fácil colocar toda el agua del mar en el orificio en la arena, y que un camello pasara por el ojo de una aguja, antes de que un incrédulo ingresara al reino de los cielos”, salí en busca del chiquillo, pensando que el niño de la historia que me habían contado, y el niño del que hablaban los pescadores, podían ser la misma persona.


Después de caminar algunas horas, lo avisté, y puede comprobar que lo dicho por los pescadores era cierto, y que el niño era el causante, puesto que cada vez que recogía agua en el caparazón, el mar se distanciaba de la playa.


Cuando estuve frente al pequeño me agaché, y con asombro pude ver que el orificio por el que vertía el agua, no era otra cosa que la boca calcificada del viejo que sobresalía de la arena. Lo supe porque en el interior de la misma, se veían los dientes filosos que nunca olvidé, y también porque reconocí su cuerpo de almendro seco del que ahora pendían jirones de piel para beneplácito de los caracoles ermitaños que habían convertido lo que quedaba del anciano, en un lugar para ocultarse de sus depredadores, y en una despensa de la que extraían lo que quedaba de sus entrañas.


Interrumpiendo lo que parecía ser un juego, el niño dejó de lado el caracol, me miró sin inmutarse, amplió el orificio de la boca del viejo, se introdujo a través de ella, y desapareció sin dejar rastro.

Luego sobrevino una nueva podredumbre ocasionada por las montañas de peces de todas las especies que aparecieron muertos en lo que alguna vez fue el lecho del océano, y con ellos llegó la peste y la muerte para extenderse más allá del horizonte, convirtiendo la palabra mar en algo prohibido.


Después de ese día, y hasta el día de hoy en el que me encuentro recluido en un hospital siquiátrico, me he seguido preguntando, incluso en las noches cuando persigo cucarachas para alimentarme, que si el niño que vi en la playa, y el de la historia que me contó mi madre habían sido la misma persona, pues de la existencia del viejo del mar no me quedaba ninguna duda. Tenía en mi poder sus colmillos filosos que me colocaba para ahuyentar a los médicos que llegaban con estudiantes de la facultad de medicina a revisar mi caso, y por supuesto para espantar a las enfermeras que me inyectan tranquilizantes, y para evitar sorpresas, bajo el colchón de mi camastro, mantengo oculto su ojo insomne para ver en las noches, y sus gafas ahumadas para mirar a todos lados sin ser visto.


Marzo 5 de 2007

domingo, 11 de enero de 2009

ALL YOU NEED IS LOVE














Lennon/McCartney

From The Blue Album - The Beatles

Love, love, love, love, love, love, love, love, love.
There's nothing you can do that can't be done.
Nothing you can sing that can't be sung.
Nothing you can say but you can learn how to play the game
It's easy.
There's nothing you can make that can't be made.
No one you can save that can't be saved.
Nothing you can do but you can learn how to be you
in time - It's easy.

All you need is love, all you need is love,
All you need is love, love, love is all you need.
Love, love, love, love, love, love, love, love, love.
All you need is love, all you need is love,
All you need is love, love, love is all you need.
There's nothing you can know that isn't known.
Nothing you can see that isn't shown.
Nowhere you can be that isn't where you're meant to be.
It's easy.
All you need is love, all you need is love,
All you need is love, love, love is all you need.
All you need is love (all together now)
All you need is love (everybody)
All you need is love, love, love is all you need.

martes, 6 de enero de 2009

CUERPO A LA VISTA


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Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre,
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
Octavio Paz



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